viernes, 23 de julio de 2010

La autoperfección es simple masturbación, solo la autodestrucción conlleva evolución

Aquella mañana bajé a comprar tabaco, necesitaba fumar algo. Es tal el aislamiento del lugar en el que vivo que pone los pelos de punta a cualquiera, solo tienes que salir de aquí para que se te abran los ojos, la gente es tan cuadrada, ¿cómo no voy a ser diferente a ellos?
Las calles todavía estaban casi vacías, era temprano, la gente estaba trabajando, los niños en el colegio y las amas de casa limpiando. Era invierno y hacía mucho frío, me apuré al bar más cercano y volví a casa tan rapido como pude, andando, odio correr. Cuando me acercaba al portal del bloque de apartamentos fuí sorprendido por unos gritos que parecían decir "¡Buddy!". Llaves en mano me giré y ahí estaba él, Bob, Heroína Bob es uno de los que suelen pasarse por mi Agujero. Realmente no se mete heroína, de hecho odia las agujas. Su verdadero miedo son las jeringas lo que contrasta con todo lo que puedas pensar de él. Cuando lo ves, uno piensa que es un cabrón loco, lo cual es cierto pero también es uno de los cabrones más cobardes que he conocido, todo un personaje. No se ducha porque dice tener alergia al agua, cosa bastante absurda y todos los dias de mi vida recuerdo haberle visto con el pelo completamente asqueroso y su vieja gabardina decorada con animales de juguete colgados: lagartos, murciélagos, etc. A su lado le acompañaba una chica un tanto rara también, era muy guapa pero no me interesé por ella, supuse que sería algun tipo de ligue.
- ¡Tío menuda fiesta te has perdido anoche! - Berreó Bob con un gran eco en medio de la calle.
- ¿Fiesta?, ¿Que día es hoy? Y no grites, estoy dormido.
- ¡Viernes! Ups... no lo volveré a hacer te lo prometo. Tienes que salir más, bueno mejor dicho, tienes que salir. En fin, subamos, traemos la mejor hierba que fumarás en tu vida.
No tenía por qué pedir permiso para subir, soy de esa clase de personas con la asombrosa originalidad de esconder una copia de la llave bajo el felpudo.
Subimos las interminables escaleras, creo que si me pongo a contarlas perdería la cuenta a mitad de camino. Cuando entramos nos sentamos en mis podridos sofás alrededor de mi mesa redonda, la llamamos mesa redonda porque es redonda, no tiene más misterio. Yo me tumbé en el grande, al rededor de la mesa había dos butacas, Bob se sentó en una y su acompañante en la otra. Los tres nos pusimos a liar esa hierba, estube tan concentrado en mi trabajo que no escuché la conversación que mantenían Heroína y su chica, solo recuerdo que al terminar dijo:
- Si el tiempo vivido es largo, el índice de supervivencia para todos se reduce a cero. - Era uno de sus típicos comentarios.
Encendí el porro, luego de la primera calada tosí, todavía era por la mañana y esa mierda era demasiado fuerte, fué en ese momento cuando recordé que había bajado a comprar tabaco y no sirvió de nada.
- Buddy cómprate un televisor, me gusta imaginarme a las presentadoras desnudas. - Bob es incapaz de estarse callado un solo minuto, en cambio la chica... estaba con nosotros pero no hablaba mucho.
- La cultura del envase desprecia los contenidos.
- ¿Qué?
- Que el oxígeno te coloca. - Aún hoy no sé porque dije esa estupidez.
- Que raro eres tío...
El monólogo de Bob continúo, yo decidí evadirme y acompañar a la misteriosa chica en su silencio, era tan jodidamente guapa. Seguí fumando, me convertí en el pequeño centro tranquilo del mundo. Yo era el maestro zen.

2 comentarios:

  1. Me alegro de que te guste mi blog. He leído el tuyo y me parece una pasada, así que espero que también tú sigas escribiendo.

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  2. sigue escribiendo anda :)

    un saludo:FLaviusky!

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