lunes, 1 de noviembre de 2010

Somos la generación a la que no le fué mejor que a sus padres

Y allí estaba yo, se podría decir que feliz y sin nada que hacer en una fría mañana de vacaciones. A lo largo de mi vida me encuentro a diario con el aburrmiento, está en todas partes. No soy una persona a la que se le de bien hacer cosas o que tenga aficciones. Durante mi adolescencia he buscado formas de canalizar mi falta de pasión. Un claro ejemplo pueden ser el alcohol o las drogas, tomar dorgas es fácil. Las drogas son guays para un chico de catorce años, son inevitables. Crees que te hacen parecer guay y por los cojones que te hacen sentir guay. Pero tomarlas requiere su esfuerzo y te hacen sentir mal un rato largo, hay que perseverar si se quiere ser guay... y tienes que ser guay. También busqué diversión en el vandalismo callejero, el spray de pintura es más poderoso que la espada. Pintaba cosas en las paredes como: "Dios es gay", "Homosexuales al poder" o "Cristo es un aborto". Hay que entenderlo, no pintaba esas cosas porque fuera gay, y lo que me jodió el día que descubrí que no lo era, las pintaba porque sabía que así cabreaba a los hijoputas con pegatinas en el coche de "Mata a un marica por cristo" que llenaban el pueblo como un rebaño de ovejas escandalosas. Había aprendido a dar la nota, había aprendido a buscar la evolución y la revolución, a quemar a los creyentes. No sentía ningún miedo, ni siquiera cuando me pillaban y me meaba en los pantalones. Pero vivía encerrado entre cuatro barrotes. Cuatro barrotes, compases iluminando obscenidades, y de ahí se pasa al estribillo. Un estribillo se grita, los versos se susurran, los estribillos deben gritarse. Así es como me metí en un grupo. Conocí a Travis ese año en la escuela, un tío patoso pero de gran corazón. Ya entonces era de lo más gracioso y tocaba muy bien la guitarra. Yo había empezado a escribir canciones, cerraba los ojos y me limitaba a cantar las cosas que me pinchaban tras ellos. La verdad es que sólo intentaba plagiar a los Pixies. Pero había momentos en los que el mundo se fundía al blanco del papel y antes de darme cuenta volvía a conversar con el universo, con cálidos chutes que ascendían desde mis pies. En cambio ahora no tengo mucho que hacer. Envidio a la gente que es feliz con las cosas pequeñas, es gente que no se enfrenta a los problemas del conocimiento, conozco a muchos que son así, son tan simples que disfrutan de la vida y son felices viendo deporte por la tele y tomándose una cerveza de vez en cuando. Siempre me he sentido muy complicado y por eso les envidio, no estoy diciendo que sea más listo que los demás, sólo que soy mas sensible. Me gustaría poder disfrutar de las cosas sencillas de la vida. En cualquier caso mientras daba vueltas a la cabeza me dí cuenta de que el dinero que mis padres me mandaban no estaba siendo suficiente ahora que tenía que ayudar a Sam además de mantenerme a mí mismo. Necesitaba un trabajo fácil que no ocupase mucho tiempo, pues tenía que compaginarlo con mis estudios. Bajé a comprarme un periódico y me pegué al teléfono preguntando por todas las ofertas de trabajo, así me dí de bruces con el curioso sistema que se mantiene dentro del mundo laboral. No puedes conseguir un trabajo si no tienes experiencia y no puedes adquirir experiencia si no te contratan en ningún trabajo por lo tanto lo más sabio es tirar de contactos, así que llamé a Travis.
- Travis al aparato.
- Tío soy Buddy, tienes que hacerme un favor enorme.
- ¿Qué clase de favor?
- Pues... Me preguntaba si podías conseguirme un empleo en la librería en la que trabajas... - Siempre se me dió mal pedir favores.
- ¿Y para qué me necesitas? Ve y solicítalo, no son elitistas, por algo me han contratado.
- Lo sé, pero siempre piden referencias y yo no he trabajado en mi vida. - Me estaba costando más de lo que creía.
- ¿En serio? Hostia, eso es chungo...
- Solo tienes que mentir por mi, diles que solía trabajar para tí o algo.
- Me gusta como suena eso de que trabajabas para mí, dalo por hecho Bud, mañana pásate por allí y te explico como van las cosas.
- Muchas gracias tío me has salvado la vida, te debo una.
Travis me ayudaría a conseguir el trabajo, estaba orgulloso de mí mismo, ¡había conseguido mi primer trabajo! Pero soy una persona demasiado versátil, sometida a cambios de humor y carente de pasión y no pude evitar hacerme a la idea de que a partir de ahora mi supervivencia en este mundo iva a depender de una tarea repetitiva que tendría que llevar a cabo día tras día hasta el momento de mi misma muerte. Al menos estaba lejos de casa, en la universidad. No era el tipo de vida que buscaba pero si no me hubiera largado del nido supongo que estaría haciendo lo que el resto de la gente hace en el sitio donde crecí; talar arboles, beber, tener sexo, hablar de sexo y beber un poco más.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Si te vas me mato y si no también

Por la mañana, cuando me desperté y abrí los ojos recordé lo que había pasado la noche anterior y la tajante despedida de Samantha. Una vez más a continuación de mi nombre estaría la palabra "error", como maldigo esa puta palabra. Desde un primer momento supe que sería una mañana tensa. Era evidente que me había enamorado de Sam, no podía negarlo ni engañarme a mí mismo y que esos labios que horas antes me habían traído de nuevo felicidad y esperanza pronunciasen la palabra que despertaba los fantasmas que me han perseguido y machacado en el pasado era una idea que me torturaba. De nuevo el fracaso se adueñó de toda la habitación. El suicidio permanece aunque esté escondido. Tiempo atrás había estado torturado por esos fantasmas, fué entonces cuando recordé esa palabra, sucidio. Dilo en susurros, para muchos es una fea realidad que se entierra en la parte oscura del cementerio, lejos de los ojos de Dios. Pero cuando se es joven, uno puede ver la belleza en él. Supongo que para los que quedan vivos el suicidio es como un virus que infecta la sociedad. Una broma cruel con un final sorpresa, pero es muy diferente para quienes tienen las pelotas de suicidarse y yo lo considero un final feliz para ellos. Para mi tío Joe por ejemplo, tenía pelotas y se colgó. Recuerdo que Travis y yo nos pasamos media hora viendo como su cuerpo se columpiaba en el árbol antes de que se lo llevaran. El suicidio entró muy pronto en mi casa. Estaba impreso en mi ADN como una huella digital. Debí haber muerto hace mucho tiempo atrás. Estaba confuso, no sabía si me acercaba a la superficie o si me hundía más y más. ¿Cuando me acosté era tremendamente feliz y al despertarme volvía a tener instintos suicidas? Me froté la cara y me incorporé, tenía que animarme, de todas formas la pequeña Samantha aún no se había despertado, no estaba del todo seguro de lo que iva a pasar. Eso era un alivio. Me mojé un poco la cara para despejarme y me preparé un desayuno, café con un par de tostadas y fué mientras desayunaba cuando la puerta de mi cuarto se abrió. Sam se sentó delante de mi y cogió una de mis tostadas, bostezó y me dió los buenos días. Durante unos segundos el silencio se me hizo eterno y dentro de mí había hierro fundido quemándome las entrañas de repente me preguntó:
- Olle Buddy, ¿Has tenido novia alguna vez?
- Pues si, he estado saliendo con un par de chicas...
- Ya decía yo, no me tenías pinta de Don Juán - Lo dijo con un tono burlón, ¿pero qué coño pasaba?
- Muy graciosa por la mañana temprano. - Debió notar que ese tono no me agradaba demasiado porque volvió a preguntarme con curiosidad.
- Y... ¿Que pasó? Si no es demasiado comprometida la pregunta claro. - Si, lo era.
- Por lo visto fuí un error para todas.
Otra vez ese incómodo silencio. Se levantó de la mesa y se acercó a la nevera, simplemente curioseó lo que había y la cerró. Yo le estaba dando la espalda, terminándo de beberme el café cuando sentí sus brazos abrazándome por detrás y un beso en la cabeza. Fué uno de los momentos mas tiernos de mi vida, jamás lo olvidaré.
- Lo de anoche no fué un error pero no quiero precipitarme a la hora de deciridir mis sentimientos. Me llevo dinero, no hay nada en la nevera. Desayunaré de camino al centro comercial, quiero comprarme algo de ropa.
La puerta se cerró y yo seguía boquiabierto, conjelado... No podía creerme lo que había pasado, hace unos minutos creía que todo estaba perdido ¿y ahora? Esa mujer puede cambiar mi forma de ver el mundo. Antes de morir muchos morirán conmigo y se lo merecerán pero por ahora iva a quedarme. Os veo en el infierno.

martes, 21 de septiembre de 2010

Creo que puedo, sé que puedo

Durante las dos semanas siguientes viví encerrado, devorando apuntes y con una dieta que se reducía únicamente al café. Los exámenes estaban a la vuelta de la esquina y necesitaba aprobar para poder disfrutar de unas vacaciones tranquilas, pero sobre todo para seguir recibiendo el dinero que mis padres me mandaban por tenerme lejos y haciendo algo de mi vida. Mi viejo no fué a la universidad, por lo que era importante que yo fuera. Detesto esa mentalidad que parecen tener todos los progenitores. Cuando me gradúe seguiré a merced de sus aspiraciones frustradas, tendré que llamarle y preguntarle "¿Y ahora qué?" su respuesta será "Búscate un trabajo" y cuando lo encuentre y me pudra entre billetes deseará que me busque una mujer y me case, típico.
Cuando terminé los examenes, al salir de la facultad heché a correr, me volvía a sentir libre. Corrí hasta que mis músculos ardían y mis venas bombeaban ácido de batería, y luego... seguí corriendo hasta llegar al apartamento. Mientras corría mi cabeza se llenaba de ideas y pensamientos sueltos, repentinos, sin ningún sentido aparente... como si el caos me estuviese violando el cerebro. Sentía ganas de meterle una bala entre los ojos a cada panda que se negara a follar para salvar su especie, quería abrir las válvulas de descarga rápida de todos los petroleros y llenar de crudo todas esas bonitas playas que yo jamás conocería, quería respirar humo.
Una vez allí me tumbé en el sofá y miré al techo con la vista nublada mientras recuperaba el aliento. Mi mente estaba a cero, totalmente en blanco y al recuperar la consciencia y volver a mi ser, esa mente vacía, en ese espacio en blanco apareció ella, Sam. De repente sentí una imperiosa necesidad de verla pero, ¿dónde estaba? Me pasé semanas encerrado sumido por completo en mis quehaceres sin darme cuenta de lo que pasaba a mi alrededor. Tenía que salir a buscarla. Fuí a casa de Heroína Bob pero tampoco estaba en casa, luego vagué sin rumbo por la ciudad buscando en cada local, cada callejón... pero no hubo suerte así que una vez más me encontraba como al principio, tumbado en el sofá mirando al techo pero esta vez con una cosa en mente, algo que ocupaba todas mis funciones cerebrales, ¿dónde estaba ella?. Hasta que sonó el móvil, ¡el maldito móvi!l, no se me había pasado por la cabeza llamarla.
- ¡Capullo!
- ¿Hola?
- Sabía que dirías eso jaja, ¿sabes dónde estoy? Asómate por la ventana.
- ¿Ahora?
Justo en ese momento colgó, rápidamente me levanté y miré por la ventana, ¡era ella! Había ido a buscar un colchón para que no tuviese que dormir en el sofá y necesitaba ayuda para subirlo. Antes de darme cuenta ya estaba abajo ayudándola a subirlo por las escaleras, cuando subimos lo tiramos bajo la ventana de la sala de estar, en un rincón y los dos nos tumbamos por inercia. Nos quedamos el uno enfrente del otro, no dejaba de mirarme y... sucedió. Hablaba por medio de sus ojos, con esa mirada penetrante que me seducía, me hipnotizaba, me obligaba a acercarme y acariciar sus labios con los mios y sucumbir a la pasión.
Y las siguientes palabras que saliren de esos labios no fueron otras que "Buenas noches Buddy". Ese fué el primer momento de mi vida en el que tuve miedo de morir, no quería que nada me separase de ella.

miércoles, 18 de agosto de 2010

¿Dónde está mi mente?

El tiempo pasó y con él Sam se fué tranquilizando, una vez calmada me explicó que sus padres tenían problemas económicos desde siempre y una hija inesperada no mejoró las cosas, intentaron darle todo lo que pudieron pero la falta de dinero, la depresión, el acohol y los nervios terminaron por derrumbarse encima de la pequeña Samantha. Aunque parecía mayor sólo tenia 17 años y todavía iva al instituto. Con el miedo en el cuerpo el único lugar al que se le ocurrió ir fué, a que nadie lo adivina... ¡mi agujero! Mientras me explicaba lo ocurrido me vino a la mente aquel inesperado "hasta pronto" que resultó hacerse tan real como mi sorpresa. No me importaba que estuviese por el apartamento, necesitaba algo de compañía o me pudriría solo eternamente así que la dejé instalarse.
- Buddy, ¿dónde puedo poner mi ropa?
- En una caja.
- ¿No tienes armario? ¿En que clase de cloaca vives?
- En la que ahora mismo estoy compartiendo contigo. - La dulce Sam volvía a sacarme de mis casillas.
- En fin... ¡Me pido la cama!
- ¿Qué? De eso nada, ¡es mía!
- No pienso compartirla, no te conozco, no sé con que clase de pervertido estoy tratando.
- ¿No me conoces para compartir mi cama pero si para instalarte en mi casa?
Entre discusiones nos topamos con el anochecer, sentados en el sofá cenando helado y viendo una pequeña televisión en blanco y negro que Samantha había traído. Duespués de tan caótico día lo único que deseaba era quedarme dormido y evadirme por completo de todo lo que me rodeaba. No pude evitar pensar en ella también, la tenía a mi lado y supongo que al igual que yo, deseaba con todas sus fuerzas que se terminase el día. Mientras tanto forzaba la vista para distinguir los cotilleos en aquel televisor .
- No hay nada peor que la fama y que miles de personas hablen de ti como si fueras una puta.
- Pero a esos miles de personas no les importa tu opinión.
- No me importa en absoluto.
- ¿Y qué es lo que a ti te importa?
- Realmente no lo sé, vivo con una absoluta falta de motivación, no me gusta el mundo en el que vivo pero sé que no puedo cambiarlo.
- Según han transcurrido mis últimas horas de vida creo que comparto esa misma sensación... ¿Cómo sería ese mundo que te imaginas? - Me sorprendía que Sam, la borde Sam, se sincerase conmigo y se interesase por algo que yo pienso.
- En el mundo que imagino se cazarán alces en los bosques húmedos de los cañones que rodearán las ruinas de alguna gran ciudad, se llevarán ropas de cuero que durarán toda la vida, se trepará por lianas tan gruesas como mi muñeca que envolverán la torre Sears y cuando se mire hacia abajo, se verán pequeñas figuras humanas machacando maíz y secando tiras de carne de ganado en el asfalto de alguna gigantesca autopista abandonada.
- ¿Tanto odias el progreso? No me cabe en la cabeza que alguien pueda pensar eso.
- Pero piensa, antes hojeábamos pornografía ¿y ahora? Ahora hojeamos la coleccion de interiorismo. Vivimos en un mundo dominado por la religión del consumo y el dios supremo es el mercado.
- Estas loco Buddy.
- No estoy loco ¿Lees todo lo que te dicen que leas? ¿Piensas todo lo que te dicen que pienses? ¿Compras todo lo que te dicen que necesistas? No somos nuestro trabajo. No somos nuestra cuenta corriente. No somos el coche que tenemos. No somos el contenido de nuestra cartera. No somos nuestros pantalones... Somos la mierda cantante y danzante del mundo.
No sé cuanto tiempo seguimos hablando pero fué agradable compartir pensamientos con alguien. Cuando se fué a dormir me quedé en el sofá, tumbado mirando el reflejo de mi cara en la pantalla apagada del televisor, al cabo de un rato ella vino a traerme una manta, ese gesto hizo que no me la sacase de la mente en toda la noche. Sam me hacía feliz, aunque eso me despertaba más quebraderos de cabeza, echaba de menos la comodidad de estar triste.

sábado, 14 de agosto de 2010

Paz, amor y empatía

Llegado el amanecer mi cara ya daba más que pistas de la noche que había pasado. El sueño comenzaba a apoderarse de mi mente, no estaba del todo despierto ni dormido del todo, estaba cayendo en una telaraña, el cansancio jugaba conmigo. Las cosas ya no parecían reales, se distanciaban y todo parecía ser la copia de una copia de otra copia. Decidí irme a dormir a eso de las ocho y media de la mañana del sábado, me despedí de los muchachos, y la frase que más me desconcertaría en toda mi vida era la que estaba a punto de abrir sus alas y volar desde la boca de Sam, posandose en mis oidos: "Hasta pronto Buddy". Tenía que estar muy drogado para haber escuchado eso. Caminé hasta mi Agujero, comenzaban a adivinarse algunos rayos de sol que me acariciaban la piel de una forma agradable. Por las calles apenas había gente y el tráfico era inexistente, durante todo mi trayecto fuí con la mente en blanco, sin pensar absolutamente en nada hasta que abrí la puerta del apartamento, entonces pensé que debía tomar un poco de leche. Cogí el cartón de la nevera y bebí un par de tragos mientras ojeaba el calendario que cuelga de la puerta de la cocina, se acercaban los exámenes finales antes de las vacaciones de navidad y tendría que ponerme a estudiar pronto.
Me acosté, no recuerdo cuantas horas dormí pero estoy seguro de que fueron muchas. Al despertar estaba hecho una mierda, me tumbé en el sofá mirando las manchas del techo, cosa poco lúdica y totalmente falta de entretenimiento así que opté por bajar y hacer mi paseo diario a comprar tabaco. Al salir del bar encendí un cigarro en la puerta y respiré el humo de esa primera calada que bajaba hasta mis pulmones, me sentía perfecto y realizado, miré a mi alrededor y ¡joder! en este pueblo nunca hay nadie. Me equivocaba, sí habia alguien, de camino al apartamento me topé con una banda de boneheads neonazis. Me gustaría eliminar a todos los sexistas, racistas y homófobos de las calles, sé que están ahí y eso me fastidia. Si odias a las mujeres y a los homosexuales no salgas a la calle, tus ideas contaminan el ambiente. Respeto mucho a las personas que promueven lo que sienten sexualmente, usando un vestido puedo demostrar que puedo ser tan femenino como quiero. Soy un heterosexual... gran cosa, pero si fuera homosexual tampoco me importaría. Puede que caiga en la ironía de la intolerancia pero me gusta ver prejuicios ante la gente con prejuicios. Cuando pasé por donde ellos murmuraron y sentí como un escupitajo caía encima de mi jodida cazadora, en ese momento me entraron ganas de patearle la boca pero no tenía nada que hacer, la sensación de impotencia me consumía. Nunca podré entender a estos fanáticos de la derecha, cuando escucho el término «derecha» pienso en Hitler, Satanás y Guerra Civil. Cuando pienso sobre la derecha pienso en terroristas.
Al fin llegué a casa y subí todas las escaleras con la idea de pasarme el resto del día encerrado y meditando en lo que hacer con mi vida pero ese día no se iva a terminar tan fácilmente, me esperaba una última sorpresa, una última actuación en el espectáculo del destino. Samantha me estaba esperando en la puerta. Sus ojos derramaban lágrimas así que la invité a pasar mientras me contaba lo que le sucedía. Sus viejos la habían hechado de casa.
- Me dijeron que me fuera, que fuí un accidente, nunca quisieron tenerme y... no sabía a donde ir, estoy confusa, lo siento Buddy.
- Tranquila Sam. Piensa que todos somos hijos indeseados, somos los hijos indeseados de Dios, ¿y qué? Nuestros padres eran nuestros modelos de Dios, y si nuestros padres nos fallaron, ¿qué dice eso de Dios? Tienes que tener en cuenta la posibilidad de no caerle bien a Dios, él nunca quiso tenerte. Con toda probabilidad él te odia, pero no es lo peor que pueda ocurrirte. ¡No lo necesitamos! Que se jodan la maldición y la redención, somos hijos no deseados de Dios, así sea.- Intenté animarla pero en el fondo me alegraba, me alegraba de que estuviese conmigo.
- ¿Alguna vez has creído en Dios?
- No.
Luego de un rato largo mirándonos el uno al otro le dije que podía quedarse, no me vendría mal algo de compañía aunque pertenezco a una generación de hombres criados por mujeres, me preguntaba si realmente otra mujer sería la respuesta que necesitaba.

miércoles, 28 de julio de 2010

Únicamente cuando se pierde todo somos libres para actuar

Sobre las diez de la noche Heroína Bob, Travis, Matt y yo caminábamos bajo los soportales de los edificios del centro resguardándonos de la lluvia, ¿por qué tenía que llover esa noche?. Buscábamos la sala Otto's Shrunken Head que parecía haberse desintegrado porque no conseguíamos encontrarla.
- ¡Bob! más te vale encontrarla pronto o te acordaras por siempre de la noche en la que te rompí la nariz por segunda vez. - Travis no es un chico violento pero se le estaba mojando la cresta y eso es algo que siempre debes respetar o estas muerto.
- Tranquilos, estoy seguro que está por este callejón. ¡No puede haberse evaporado!
Yo caminaba más atrás, junto con Matt. Él no es uno de los nuestros, realmente no es nadie ni se parece a nadie pero todos lo conocen y toda la tribu lo quiere porque siempre trae ácido y hierba. Pero, ¿quién es ese tipo oculto detrás de la máscara? La verdad, no tengo ni idea y no creo que nadie de por aquí sepa quién es realmente. Sólo sabemos que es rico y de una mentalidad asesina y completamente desquiciada. Necesitabamos que Matt nos acompañase, alguien tenía que pagar las copas.
- ¡Al fin! Sabía que estaba por aquí. Apresurémonos, seguro que ya están tocando.
Entramos a un local subterráneo y bastante oscuro. Era una sala pequeña, con las paredes de ladrillo e iluminada por una sola bombilla roja. Quería una así para mi cuarto. El grupo ya había empezado a tocar y el club estaba abarrotado, nos abrimos sitio a empujones hasta la primera fila. Eran horribles, sonaban peor que nosotros en nuestra época. Entonces decidimos abrirnos paso de nuevo hasta la barra y... ¡Sorpresa! Samantha estaba allí.
- ¡Hola chicos que coincidencia!, hola cretino. - Todos sabemos que eso último iva por mi.
Nos pedimos unas jarras de cerveza y hasta que el grupo dejó de tocar nadie abrió la boca, no sé si los estaban escuchando mientras miraban las botellas colocadas detras de la barra o simplemente no soportaban ese ruído.
- Por muy alta que esté la música no puedo dejar de escucharme a mí mismo. - Bob había habierto la boca. Los demás se hecharon a reir, puede que por el ciego que ya llevabamos.
- Yo a veces pienso que la gente se hace yonki, sólo porque su subconsciente anhela un poco de silencio. - Después de decir eso pedi al camarero que nos pusiese otra ronda.
Continuamos charlando y bebiendo hasta tarde, Sam y yo formábamos parte de un peculiar juego, yo la ignoraba a ella y ella me ignoraba a mi.
Llegadas las tres de la mañana todavía no estabamos lo suficientemente borrachos. Esto tiene una explicación, las cervezas en este lugar son ligeras, tres puntos en lugar de los seis normales de alcohol, es la influencia religiosa y es un puto problema. Para mí no tiene sentido si es alcohol tiene que ser alcohol ¿porque tres en vez de seis? Así un borracho tiene que beber el doble para ponerse borracho. Más o menos en esa busqueda de llegar a estados más alterados Matt, Travis y yo tomamos la saludable, documentada y democrática decision de meternos el LSD que Matthew llevaba. Bob y Sam nos acompañaron el resto de la noche pero pasaron de drogas duras. En mi opinión no tengo nada que perder, al fin y al cabo todos envejecemos, dejamos de molar y nos morimos. Bajo el efecto de las drogas no te importa nada, solo quieres aislarte del mundo y conseguir una paz interior y la libertad que no se consigue en estado normal.

lunes, 26 de julio de 2010

Soy un hombre sin vida, pero que ama a la música

Por la tarde recibí una llamada de Bob que al fin daba señales de vida. Preguntó por la chica, Samantha, al parecer son vecinos y amenudo sale con mi grupo de amigos. Era como si hubiese estado encerrado en una burbuja aislado de todo, ¿qué mas no sabía? Fué cuando me di cuenta de que tendría que salir más, me estaba perdiendo muchas cosas. Heroína me propuso salir esa noche, iríamos a un concierto en una sala de la zona con Travis y Matt así que acepté sin pensármelo dos veces. Me encanta la música, es una de las pocas cosas a las que no me puedo resistir. Para mí es sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y que tenga pasión, que la música sea el alimento del amor.
Durante mi época en el instituto tocaba el bajo en una banda, nos llamábamos The Bitch Boys. Estuvimos haciendo ruído por algunas salas. Tocar frente a un manojo de gente que reaccione bien es de las mejores sensaciones del mundo.
Por aquel entonces el punk nos transmitía toda la adrenalina que necesitabamos. Travis me metió en esa moda punk anarquista por primera vez, empezó cuando éramos chicos, tendríamos 14 años quizás, éramos unos perdedores entonces y no digo que ahora hayamos dejado de serlo. ¿Recuerdas a esos chicos que se sentaban solos en la cafetería? Esos éramos nosotros. Recibíamos los insultos y las burlas de los mayores deseando que fueran amables por un minuto. Entonces un día Travis decidió que ya era suficiente, quería dejar de ser un idiota. Estábamos en el desván de mi casa leyendo cómics cuando me empezó a hablar de todo el mundo que había fuera.
- Deberíamos ir a las fiestas, emborracharnos, follar... ¡Volvernos locos!
- La última vez que fuimos a una nos golpearon. - En nigún momento de mi vida he visto el vaso medio lleno.
- ¡Pues deberíamos dar nuestras propias fiestas!
Ahora que recuerdo todo eso, por aquel entonces Travis era un Bob de la vida. Pero volvamos al desván, allí teníamos un reproductor, estabamos escuchando Rush y Travis se sacó un cassette del bolsillo.
- Esto me lo enseñó un tipo de Los Ángeles.
- ¿Cuándo has estado tu en Los Ángeles?
- Cállate y escucha, dime si no es bueno.
- Eso no es nada. - Cuando esa cinta empezó a sonar y escuché ese sonido tan pesado pensé, Jesucristo, si esto es el punk no quiero conocerlo.
- Escucha, dale una oportunidad.
- ¿Qué es eso?
- ¿Qué que es esto?
- Si, que es eso Travis.
- Esto es nuevo.- Al decir eso las guitarras cobraron velocidad y me miró con unos ojos seguros y convencidos, dejaríamos de ser unos idiotas.
Y aquí estoy, estudiando en la universidad, obviamente me sacaré una carrera y estaré en el puto sistema. Digo, no hay futuro en la anarquía pero cuando estuve en ella nunca pensaba en el futuro. Siempre pensamos que el mundo iba a terminar y cuando no terminó tuve que hacer algo así que, ¡al carajo! ahora sé que se puede joder más al sistema desde dentro que desde fuera. Creo que esa es la ironía final, no fuí nada más que un puto jodido posser. No culpo al típico punk de 17 años que me llama vendido, pero verá que cuando crezca hay más cosas que vivir de su integridad punk.
Ahora escucho música alternativa. Está claro que la mayoria de la gente no sabe mucho de música alternativa. Escuchan a Guns n’ Roses, quizá hayan oído algo de Anthrax. No puedo pretender que entiendan el mensaje que tratan de lanzar los grupos alternativos.Todas esas letras han sido pedazos de poesía y los pedazos de poesía se toman de poemas que comúnmente no tiene significado en primer término.

domingo, 25 de julio de 2010

Quiero tener un aborto tuyo

Cuando me desperté miré el reloj, ya era la una del mediodía. Después de fumar toda la mañana me había quedado dormido, asimilaba todo eso mientras escuchaba el rugir de mis tripas, me moría por hincarle el diente a algo así que me levanté y heché un ojo a lo que había en la nevera. Un par de cervezas de lata, una de ellas abierta lo que me hizo deducir que Bob había hechado un trago antes de irse, ese tipo de detalles son muy comunes en alguien como él por lo que no me extrañó. También había un yogurt caducado, olía tan mal que no lo pude ni cojer para tirarlo a la basura y al fin encontré algo medianamente comestible, ¡una lata de albóndigas!
Tenía tanta hambre que ni se me pasó por la cabeza cocinarlas antes, abrí la lata, cogí una cuchara y me senté en el viejo sofá. Todo ese tiempo había ignorado la presencia de la chica que había acompañado a Heroína Bob por la mañana, también se había quedado dormida en el sofá. Estaba sentada en una de las butacas, con la cabeza hacia un lado y los ojos cerrados, me recordó a mi abuelo y me hizo gracia. Se la veía con sueño y además no era mi problema, Bob se la había traído y él se tendría que encargar de ella así que opté por no despertarla. No duraría mucho el silencio en el apartamento.
- ¡Gilipollas! ¡Grandísimo inútil! - La Bella durmiente se había despertado.
- ¿Qué mosca te ha picado? Menudo despertar...
- ¡Pues que no me has despertado! Algunas tenemos cosas que hacer ¿sabes? y por si fuese poco seguro que te has aprovechado de mi mientras dormía.
- Estás chalada.
- ¿Chalada? Tú eres el chalado aquí, mira lo que te rodea... en menuda cueva vives, ¡pervertido!
- ¿Te crees un bonito y único copo de nieve? Eres la misma materia orgánica en descomposición que yo y todo lo demás, todos somos parte del mismo montón de estiercol. - Sentía ganas de meterle una bala entre los ojos, esa chica me estaba sacando de quicio.
- ¡Grosero! Me voy de este estercolero antes de que me contagie la peste o algo peor.
- No puedes irte sin decirme ni como te llamas, eso me convertiría en un mal anfitrión. - El tono burlón con el que dije esa frase hizo que se hinchase esa vena que todos tenemos en la cabeza cuando nos enfadamos.
- Me llamo Samantha, ¡encantada cretino insufrible!
- Encantado Sam, me encanta tu nombre. - Seguí utilizando ese tono que tanto parecía molestarla.
- ¡Imbécil!
La puerta se cerró de un sonoro portazo, durante unos segundos volví a sentir lo que era la paz y la calma. Seguí comiendo albóndigas crudas. Si tuviera un tumor lo llamaría Samantha. Aquella chica tan mona y callada se había convertido en todo lo contrario y... curiosamente ese carácter me atraía. ¿Me estaría volviendo loco? En ese momento seguía sintiendome insaciado pero con ganas de vivir.

viernes, 23 de julio de 2010

La autoperfección es simple masturbación, solo la autodestrucción conlleva evolución

Aquella mañana bajé a comprar tabaco, necesitaba fumar algo. Es tal el aislamiento del lugar en el que vivo que pone los pelos de punta a cualquiera, solo tienes que salir de aquí para que se te abran los ojos, la gente es tan cuadrada, ¿cómo no voy a ser diferente a ellos?
Las calles todavía estaban casi vacías, era temprano, la gente estaba trabajando, los niños en el colegio y las amas de casa limpiando. Era invierno y hacía mucho frío, me apuré al bar más cercano y volví a casa tan rapido como pude, andando, odio correr. Cuando me acercaba al portal del bloque de apartamentos fuí sorprendido por unos gritos que parecían decir "¡Buddy!". Llaves en mano me giré y ahí estaba él, Bob, Heroína Bob es uno de los que suelen pasarse por mi Agujero. Realmente no se mete heroína, de hecho odia las agujas. Su verdadero miedo son las jeringas lo que contrasta con todo lo que puedas pensar de él. Cuando lo ves, uno piensa que es un cabrón loco, lo cual es cierto pero también es uno de los cabrones más cobardes que he conocido, todo un personaje. No se ducha porque dice tener alergia al agua, cosa bastante absurda y todos los dias de mi vida recuerdo haberle visto con el pelo completamente asqueroso y su vieja gabardina decorada con animales de juguete colgados: lagartos, murciélagos, etc. A su lado le acompañaba una chica un tanto rara también, era muy guapa pero no me interesé por ella, supuse que sería algun tipo de ligue.
- ¡Tío menuda fiesta te has perdido anoche! - Berreó Bob con un gran eco en medio de la calle.
- ¿Fiesta?, ¿Que día es hoy? Y no grites, estoy dormido.
- ¡Viernes! Ups... no lo volveré a hacer te lo prometo. Tienes que salir más, bueno mejor dicho, tienes que salir. En fin, subamos, traemos la mejor hierba que fumarás en tu vida.
No tenía por qué pedir permiso para subir, soy de esa clase de personas con la asombrosa originalidad de esconder una copia de la llave bajo el felpudo.
Subimos las interminables escaleras, creo que si me pongo a contarlas perdería la cuenta a mitad de camino. Cuando entramos nos sentamos en mis podridos sofás alrededor de mi mesa redonda, la llamamos mesa redonda porque es redonda, no tiene más misterio. Yo me tumbé en el grande, al rededor de la mesa había dos butacas, Bob se sentó en una y su acompañante en la otra. Los tres nos pusimos a liar esa hierba, estube tan concentrado en mi trabajo que no escuché la conversación que mantenían Heroína y su chica, solo recuerdo que al terminar dijo:
- Si el tiempo vivido es largo, el índice de supervivencia para todos se reduce a cero. - Era uno de sus típicos comentarios.
Encendí el porro, luego de la primera calada tosí, todavía era por la mañana y esa mierda era demasiado fuerte, fué en ese momento cuando recordé que había bajado a comprar tabaco y no sirvió de nada.
- Buddy cómprate un televisor, me gusta imaginarme a las presentadoras desnudas. - Bob es incapaz de estarse callado un solo minuto, en cambio la chica... estaba con nosotros pero no hablaba mucho.
- La cultura del envase desprecia los contenidos.
- ¿Qué?
- Que el oxígeno te coloca. - Aún hoy no sé porque dije esa estupidez.
- Que raro eres tío...
El monólogo de Bob continúo, yo decidí evadirme y acompañar a la misteriosa chica en su silencio, era tan jodidamente guapa. Seguí fumando, me convertí en el pequeño centro tranquilo del mundo. Yo era el maestro zen.

jueves, 22 de julio de 2010

Esta es mi vida y se acaba a cada minuto

Me llamo Buddy, almenos ese es el nombre con el que me etiquetaron mis padres, es más que probable que otros "Buddys" respiren al mismo tiempo que yo ¡ y sin ser yo! En fin, un nombre no es más que una etiqueta que simplifica la complejidad de una persona, cuán mas fácil es llamarme Buddy que definirme exactamente. Pero no es mi nombre lo importante, nunca lo ha sido, aunque tampoco creo que mi persona sea lo importante. Soy el típico piscis triste, sensible, insatisfecho... rodeado de problemas. ¿Y quién no? Todo el mundo tiene problemas apesar de que existan algunas personas que lo nieguen, puede que eso sea peor, vivir en la ignorancia de tus propios problemas, en tu propia ignorancia, visto desde fuera esa idea puede asquearme pero, ¿no es la ignorancia la que crea la felicidad? De niños todos ignoramos, cuando tenía nueve años sentí que podía ser una estrella de rock, un astronauta o hasta el presidente, de niños todos fuimos ignorantemente felices. Ahora puedo llegar a "admirar" en cierto modo a esa gente que vive sin problemas, los dueños del privilegio de poder mirar el mundo que les rodea con despreocupación. A diferencia de ellos yo sufro más de la cuenta.
Mi día a día se sitúa en un lugar aislado, como tantos otros. El nombre no tiene mayor importancia, sirve unicamente para distinguirlo de tantos lugares iguales, lejos de las grandes ciudades y a la vez lejos de las pequeñas aldeas. Todos estos sitios me transmiten la misma sensacion, gris. Vivo solo en un pequeño y aparentemente inhabitable apartamento para estudiantes, está un poco desordenado pero en mi propio caos soy capaz de ver un cierto orden, almenos siempre encuentro lo que busco.
En mi infancia sufrí por primera vez lo que era la ausencia de atención por parte de mis padres, no les culpo, eran gente ocupada. Durante mi paso a la adolescencia llegué a creer que era culpa mía, que yo no les gustaba.Ya en el instituto volví a experimentar la falta de atención, tampoco podía hacer ninguna otra cosa, ni siquiera me gustaba el deporte, así que nunca tube muchas oportunidades a nivel social, a pesar de todo tengo un puñado de amistades, auténticas amistades, siempre defino al auténtico amigo como el que sabe todo sobre ti y aún así sigue siendo tu amigo. Se dejan caer de vez en cuando por el apartamento, lo llaman El agujero de Buddy.
A veces me regañan lo que demuestra algo de preocupación sobre mi, pero no me regañan por algo que me haya salido mal o en lo que falle sinó porque a veces abuso de las drogas, las utilizo como pequeñas válvulas de escape de la realidad. En ocasiones necesito estar algo drogado para sentir aquel entusiasmo que sentía de niño y recuperar algo de fuerzas. A pesar de todo ellos tampoco son unos santos, todos caemos de vez en cuando y las utilizamos con algún fin social aunque soy consciente de sus efectos más allá de lo espiritual y lo psicotrópico. Las drogas destruyen tu memoria y tu propio respeto, no son buenas, pero no pienso ir ahora predicando contra ellas.
En fin, mi vida no es de ninguna película de la televisión pero no desearía ser otro. Desear ser otra persona es un desperdicio de la persona que eres. Prefiero ser el peor de los mejores que el mejor de los peores, puedo ser el peor, lo sé y no cambiare.
Todos tenemos problemas. Nadie muere siendo virgen, la vida nos jode a todos por igual.