miércoles, 28 de julio de 2010

Únicamente cuando se pierde todo somos libres para actuar

Sobre las diez de la noche Heroína Bob, Travis, Matt y yo caminábamos bajo los soportales de los edificios del centro resguardándonos de la lluvia, ¿por qué tenía que llover esa noche?. Buscábamos la sala Otto's Shrunken Head que parecía haberse desintegrado porque no conseguíamos encontrarla.
- ¡Bob! más te vale encontrarla pronto o te acordaras por siempre de la noche en la que te rompí la nariz por segunda vez. - Travis no es un chico violento pero se le estaba mojando la cresta y eso es algo que siempre debes respetar o estas muerto.
- Tranquilos, estoy seguro que está por este callejón. ¡No puede haberse evaporado!
Yo caminaba más atrás, junto con Matt. Él no es uno de los nuestros, realmente no es nadie ni se parece a nadie pero todos lo conocen y toda la tribu lo quiere porque siempre trae ácido y hierba. Pero, ¿quién es ese tipo oculto detrás de la máscara? La verdad, no tengo ni idea y no creo que nadie de por aquí sepa quién es realmente. Sólo sabemos que es rico y de una mentalidad asesina y completamente desquiciada. Necesitabamos que Matt nos acompañase, alguien tenía que pagar las copas.
- ¡Al fin! Sabía que estaba por aquí. Apresurémonos, seguro que ya están tocando.
Entramos a un local subterráneo y bastante oscuro. Era una sala pequeña, con las paredes de ladrillo e iluminada por una sola bombilla roja. Quería una así para mi cuarto. El grupo ya había empezado a tocar y el club estaba abarrotado, nos abrimos sitio a empujones hasta la primera fila. Eran horribles, sonaban peor que nosotros en nuestra época. Entonces decidimos abrirnos paso de nuevo hasta la barra y... ¡Sorpresa! Samantha estaba allí.
- ¡Hola chicos que coincidencia!, hola cretino. - Todos sabemos que eso último iva por mi.
Nos pedimos unas jarras de cerveza y hasta que el grupo dejó de tocar nadie abrió la boca, no sé si los estaban escuchando mientras miraban las botellas colocadas detras de la barra o simplemente no soportaban ese ruído.
- Por muy alta que esté la música no puedo dejar de escucharme a mí mismo. - Bob había habierto la boca. Los demás se hecharon a reir, puede que por el ciego que ya llevabamos.
- Yo a veces pienso que la gente se hace yonki, sólo porque su subconsciente anhela un poco de silencio. - Después de decir eso pedi al camarero que nos pusiese otra ronda.
Continuamos charlando y bebiendo hasta tarde, Sam y yo formábamos parte de un peculiar juego, yo la ignoraba a ella y ella me ignoraba a mi.
Llegadas las tres de la mañana todavía no estabamos lo suficientemente borrachos. Esto tiene una explicación, las cervezas en este lugar son ligeras, tres puntos en lugar de los seis normales de alcohol, es la influencia religiosa y es un puto problema. Para mí no tiene sentido si es alcohol tiene que ser alcohol ¿porque tres en vez de seis? Así un borracho tiene que beber el doble para ponerse borracho. Más o menos en esa busqueda de llegar a estados más alterados Matt, Travis y yo tomamos la saludable, documentada y democrática decision de meternos el LSD que Matthew llevaba. Bob y Sam nos acompañaron el resto de la noche pero pasaron de drogas duras. En mi opinión no tengo nada que perder, al fin y al cabo todos envejecemos, dejamos de molar y nos morimos. Bajo el efecto de las drogas no te importa nada, solo quieres aislarte del mundo y conseguir una paz interior y la libertad que no se consigue en estado normal.

1 comentario:

  1. Llevo varios días mirando a ver si actualizas y nada... haz el favor eh, que tengo ganas de leer algo nuevo! :-)
    Lo vuelvo a decir: muy guai tu blog.

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