martes, 21 de septiembre de 2010

Creo que puedo, sé que puedo

Durante las dos semanas siguientes viví encerrado, devorando apuntes y con una dieta que se reducía únicamente al café. Los exámenes estaban a la vuelta de la esquina y necesitaba aprobar para poder disfrutar de unas vacaciones tranquilas, pero sobre todo para seguir recibiendo el dinero que mis padres me mandaban por tenerme lejos y haciendo algo de mi vida. Mi viejo no fué a la universidad, por lo que era importante que yo fuera. Detesto esa mentalidad que parecen tener todos los progenitores. Cuando me gradúe seguiré a merced de sus aspiraciones frustradas, tendré que llamarle y preguntarle "¿Y ahora qué?" su respuesta será "Búscate un trabajo" y cuando lo encuentre y me pudra entre billetes deseará que me busque una mujer y me case, típico.
Cuando terminé los examenes, al salir de la facultad heché a correr, me volvía a sentir libre. Corrí hasta que mis músculos ardían y mis venas bombeaban ácido de batería, y luego... seguí corriendo hasta llegar al apartamento. Mientras corría mi cabeza se llenaba de ideas y pensamientos sueltos, repentinos, sin ningún sentido aparente... como si el caos me estuviese violando el cerebro. Sentía ganas de meterle una bala entre los ojos a cada panda que se negara a follar para salvar su especie, quería abrir las válvulas de descarga rápida de todos los petroleros y llenar de crudo todas esas bonitas playas que yo jamás conocería, quería respirar humo.
Una vez allí me tumbé en el sofá y miré al techo con la vista nublada mientras recuperaba el aliento. Mi mente estaba a cero, totalmente en blanco y al recuperar la consciencia y volver a mi ser, esa mente vacía, en ese espacio en blanco apareció ella, Sam. De repente sentí una imperiosa necesidad de verla pero, ¿dónde estaba? Me pasé semanas encerrado sumido por completo en mis quehaceres sin darme cuenta de lo que pasaba a mi alrededor. Tenía que salir a buscarla. Fuí a casa de Heroína Bob pero tampoco estaba en casa, luego vagué sin rumbo por la ciudad buscando en cada local, cada callejón... pero no hubo suerte así que una vez más me encontraba como al principio, tumbado en el sofá mirando al techo pero esta vez con una cosa en mente, algo que ocupaba todas mis funciones cerebrales, ¿dónde estaba ella?. Hasta que sonó el móvil, ¡el maldito móvi!l, no se me había pasado por la cabeza llamarla.
- ¡Capullo!
- ¿Hola?
- Sabía que dirías eso jaja, ¿sabes dónde estoy? Asómate por la ventana.
- ¿Ahora?
Justo en ese momento colgó, rápidamente me levanté y miré por la ventana, ¡era ella! Había ido a buscar un colchón para que no tuviese que dormir en el sofá y necesitaba ayuda para subirlo. Antes de darme cuenta ya estaba abajo ayudándola a subirlo por las escaleras, cuando subimos lo tiramos bajo la ventana de la sala de estar, en un rincón y los dos nos tumbamos por inercia. Nos quedamos el uno enfrente del otro, no dejaba de mirarme y... sucedió. Hablaba por medio de sus ojos, con esa mirada penetrante que me seducía, me hipnotizaba, me obligaba a acercarme y acariciar sus labios con los mios y sucumbir a la pasión.
Y las siguientes palabras que saliren de esos labios no fueron otras que "Buenas noches Buddy". Ese fué el primer momento de mi vida en el que tuve miedo de morir, no quería que nada me separase de ella.

4 comentarios:

  1. Genial!! Ya era hora de que esos dos se liaran! Bueno y también de que escribieras algo nuevo, que estabas desaparecido...

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  2. jajaja si, últimamente tengo esto abandonadillo, tengo que proponerme pasar más por aquí que además sinó me pierdo las nuevas entradas de tu blog que siempre me fascinan y me hacen ejercitar la neurona :)

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  3. E.S.P.E.C.T.A.C.U.L.A.R! Con todas las letras sigue escribiendo, tú. Por cierto, al final me lo leí todo!

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  4. al fin paso lo que todos esperabamos, auqneu antes publicabas casi todos los dias y ahora paso mucho eh ¬¬ XDna yo tambien hacia mucho que no me pasaba, y siemre suele irse perdiendo el ritmo

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