miércoles, 18 de agosto de 2010

¿Dónde está mi mente?

El tiempo pasó y con él Sam se fué tranquilizando, una vez calmada me explicó que sus padres tenían problemas económicos desde siempre y una hija inesperada no mejoró las cosas, intentaron darle todo lo que pudieron pero la falta de dinero, la depresión, el acohol y los nervios terminaron por derrumbarse encima de la pequeña Samantha. Aunque parecía mayor sólo tenia 17 años y todavía iva al instituto. Con el miedo en el cuerpo el único lugar al que se le ocurrió ir fué, a que nadie lo adivina... ¡mi agujero! Mientras me explicaba lo ocurrido me vino a la mente aquel inesperado "hasta pronto" que resultó hacerse tan real como mi sorpresa. No me importaba que estuviese por el apartamento, necesitaba algo de compañía o me pudriría solo eternamente así que la dejé instalarse.
- Buddy, ¿dónde puedo poner mi ropa?
- En una caja.
- ¿No tienes armario? ¿En que clase de cloaca vives?
- En la que ahora mismo estoy compartiendo contigo. - La dulce Sam volvía a sacarme de mis casillas.
- En fin... ¡Me pido la cama!
- ¿Qué? De eso nada, ¡es mía!
- No pienso compartirla, no te conozco, no sé con que clase de pervertido estoy tratando.
- ¿No me conoces para compartir mi cama pero si para instalarte en mi casa?
Entre discusiones nos topamos con el anochecer, sentados en el sofá cenando helado y viendo una pequeña televisión en blanco y negro que Samantha había traído. Duespués de tan caótico día lo único que deseaba era quedarme dormido y evadirme por completo de todo lo que me rodeaba. No pude evitar pensar en ella también, la tenía a mi lado y supongo que al igual que yo, deseaba con todas sus fuerzas que se terminase el día. Mientras tanto forzaba la vista para distinguir los cotilleos en aquel televisor .
- No hay nada peor que la fama y que miles de personas hablen de ti como si fueras una puta.
- Pero a esos miles de personas no les importa tu opinión.
- No me importa en absoluto.
- ¿Y qué es lo que a ti te importa?
- Realmente no lo sé, vivo con una absoluta falta de motivación, no me gusta el mundo en el que vivo pero sé que no puedo cambiarlo.
- Según han transcurrido mis últimas horas de vida creo que comparto esa misma sensación... ¿Cómo sería ese mundo que te imaginas? - Me sorprendía que Sam, la borde Sam, se sincerase conmigo y se interesase por algo que yo pienso.
- En el mundo que imagino se cazarán alces en los bosques húmedos de los cañones que rodearán las ruinas de alguna gran ciudad, se llevarán ropas de cuero que durarán toda la vida, se trepará por lianas tan gruesas como mi muñeca que envolverán la torre Sears y cuando se mire hacia abajo, se verán pequeñas figuras humanas machacando maíz y secando tiras de carne de ganado en el asfalto de alguna gigantesca autopista abandonada.
- ¿Tanto odias el progreso? No me cabe en la cabeza que alguien pueda pensar eso.
- Pero piensa, antes hojeábamos pornografía ¿y ahora? Ahora hojeamos la coleccion de interiorismo. Vivimos en un mundo dominado por la religión del consumo y el dios supremo es el mercado.
- Estas loco Buddy.
- No estoy loco ¿Lees todo lo que te dicen que leas? ¿Piensas todo lo que te dicen que pienses? ¿Compras todo lo que te dicen que necesistas? No somos nuestro trabajo. No somos nuestra cuenta corriente. No somos el coche que tenemos. No somos el contenido de nuestra cartera. No somos nuestros pantalones... Somos la mierda cantante y danzante del mundo.
No sé cuanto tiempo seguimos hablando pero fué agradable compartir pensamientos con alguien. Cuando se fué a dormir me quedé en el sofá, tumbado mirando el reflejo de mi cara en la pantalla apagada del televisor, al cabo de un rato ella vino a traerme una manta, ese gesto hizo que no me la sacase de la mente en toda la noche. Sam me hacía feliz, aunque eso me despertaba más quebraderos de cabeza, echaba de menos la comodidad de estar triste.

sábado, 14 de agosto de 2010

Paz, amor y empatía

Llegado el amanecer mi cara ya daba más que pistas de la noche que había pasado. El sueño comenzaba a apoderarse de mi mente, no estaba del todo despierto ni dormido del todo, estaba cayendo en una telaraña, el cansancio jugaba conmigo. Las cosas ya no parecían reales, se distanciaban y todo parecía ser la copia de una copia de otra copia. Decidí irme a dormir a eso de las ocho y media de la mañana del sábado, me despedí de los muchachos, y la frase que más me desconcertaría en toda mi vida era la que estaba a punto de abrir sus alas y volar desde la boca de Sam, posandose en mis oidos: "Hasta pronto Buddy". Tenía que estar muy drogado para haber escuchado eso. Caminé hasta mi Agujero, comenzaban a adivinarse algunos rayos de sol que me acariciaban la piel de una forma agradable. Por las calles apenas había gente y el tráfico era inexistente, durante todo mi trayecto fuí con la mente en blanco, sin pensar absolutamente en nada hasta que abrí la puerta del apartamento, entonces pensé que debía tomar un poco de leche. Cogí el cartón de la nevera y bebí un par de tragos mientras ojeaba el calendario que cuelga de la puerta de la cocina, se acercaban los exámenes finales antes de las vacaciones de navidad y tendría que ponerme a estudiar pronto.
Me acosté, no recuerdo cuantas horas dormí pero estoy seguro de que fueron muchas. Al despertar estaba hecho una mierda, me tumbé en el sofá mirando las manchas del techo, cosa poco lúdica y totalmente falta de entretenimiento así que opté por bajar y hacer mi paseo diario a comprar tabaco. Al salir del bar encendí un cigarro en la puerta y respiré el humo de esa primera calada que bajaba hasta mis pulmones, me sentía perfecto y realizado, miré a mi alrededor y ¡joder! en este pueblo nunca hay nadie. Me equivocaba, sí habia alguien, de camino al apartamento me topé con una banda de boneheads neonazis. Me gustaría eliminar a todos los sexistas, racistas y homófobos de las calles, sé que están ahí y eso me fastidia. Si odias a las mujeres y a los homosexuales no salgas a la calle, tus ideas contaminan el ambiente. Respeto mucho a las personas que promueven lo que sienten sexualmente, usando un vestido puedo demostrar que puedo ser tan femenino como quiero. Soy un heterosexual... gran cosa, pero si fuera homosexual tampoco me importaría. Puede que caiga en la ironía de la intolerancia pero me gusta ver prejuicios ante la gente con prejuicios. Cuando pasé por donde ellos murmuraron y sentí como un escupitajo caía encima de mi jodida cazadora, en ese momento me entraron ganas de patearle la boca pero no tenía nada que hacer, la sensación de impotencia me consumía. Nunca podré entender a estos fanáticos de la derecha, cuando escucho el término «derecha» pienso en Hitler, Satanás y Guerra Civil. Cuando pienso sobre la derecha pienso en terroristas.
Al fin llegué a casa y subí todas las escaleras con la idea de pasarme el resto del día encerrado y meditando en lo que hacer con mi vida pero ese día no se iva a terminar tan fácilmente, me esperaba una última sorpresa, una última actuación en el espectáculo del destino. Samantha me estaba esperando en la puerta. Sus ojos derramaban lágrimas así que la invité a pasar mientras me contaba lo que le sucedía. Sus viejos la habían hechado de casa.
- Me dijeron que me fuera, que fuí un accidente, nunca quisieron tenerme y... no sabía a donde ir, estoy confusa, lo siento Buddy.
- Tranquila Sam. Piensa que todos somos hijos indeseados, somos los hijos indeseados de Dios, ¿y qué? Nuestros padres eran nuestros modelos de Dios, y si nuestros padres nos fallaron, ¿qué dice eso de Dios? Tienes que tener en cuenta la posibilidad de no caerle bien a Dios, él nunca quiso tenerte. Con toda probabilidad él te odia, pero no es lo peor que pueda ocurrirte. ¡No lo necesitamos! Que se jodan la maldición y la redención, somos hijos no deseados de Dios, así sea.- Intenté animarla pero en el fondo me alegraba, me alegraba de que estuviese conmigo.
- ¿Alguna vez has creído en Dios?
- No.
Luego de un rato largo mirándonos el uno al otro le dije que podía quedarse, no me vendría mal algo de compañía aunque pertenezco a una generación de hombres criados por mujeres, me preguntaba si realmente otra mujer sería la respuesta que necesitaba.